El dolor, prueba de amor divino - a podcast by PODCAST MDC Dios te quiere

Así termina un famoso poema de José María Pemán:

«Por eso, Dios y Señor,

porque por amor me hieres,

porque con inmenso amor

pruebas con mayor dolor

a las almas que más quieres.

Porque sufrir es curar

las llagas del corazón;

porque sé que me has de dar

consuelo y resignación

a medida del pesar;

por tu bondad y tu amor,

porque lo mandas y quieres,

porque es tuyo mi dolor…,

¡bendita sea, Señor,

la mano con que me hieres!».

Cuando el Señor nos envía un sufrimiento, un dolor, podemos pensar: “Es porque me quiere”. Y si el sufrimiento es grande, no es locura decir: “Es porque me quiere mucho”.

Cuesta comprender que una persona reaccione así ante el sufrimiento. El poeta lo expresa de muy hermosa manera: «Con inmenso amor pruebas con mayor dolor a las almas que más quieres», aunque uno sabe que cuando llega el dolor no estamos para poemas.

San Josemaría, a quien el Señor no ahorró dificultades, enfermedades y dolores, lo expresaba así:

«Si vienen contradicciones, está seguro de que son una prueba del amor de Padre, que el Señor te tiene» (Forja, n. 815).

Nuestra confianza en Dios tiene que llegar hasta ahí, hasta decirle: «Bendita sea, Señor, la mano con que me hieres».

Quien más sufrió es Jesús, el Amado del Padre.

La persona humana más querida por Dios, su Madre, sufrió con su Hijo al pie de la Cruz.

Los santos, enamorados de Dios, sufrieron, y a veces mucho.

Necesitamos que Dios nos conceda la gracia no pequeña de “ver” en el sufrimiento su mano cariñosa. Solo entonces lo recibiremos como un regalo divino.

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