El Temor de Dios - a podcast by PODCAST MDC Dios te quiere

from 2022-10-25T03:00:11

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“Timor Domini sanctus”. Santo es el temor de Dios. Temor que es veneración del hijo para su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre-Dios no es un tirano» (S. Josemaría Escrivá).


«El temor de Dios, don del Espíritu Santo, no quiere decir tener miedo a Dios pues sabemos que Dios es nuestro Padre, que nos ama y nos perdona siempre. Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón, nos infunde consuelo y paz, aquella actitud de quien deposita toda su confianza en Dios y se siente protegido, como un niño con su papá» (Papa Francisco, Audiencia, 11.VI.14).


Algunos entienden el temor de Dios como miedo a Dios… Ven a Dios como un ser severo, duro, frío, sin sentimientos, justiciero, rígido, incomprensivo e implacable. Y ven la vida cristiana como la lucha por cumplir una pesada carga de exigencias impuestas por Dios, quizá poco razonables, pero de “obligado cumplimiento”, al fin y al cabo. Entienden la relación con Dios como la lucha por no caer en el pecado, en el que no acaban de ver realmente una ofensa a su Amor, sino el incumplimiento de un precepto que implica un castigo que consta en algún reglamento y que mancha la blancura de tu hoja de servicios, o una batalla en la que, cada vez que caes, Dios se enfada y te retira su ayuda o, al menos, te pone en una lista negra. No es raro que esas personas caigan en el escrúpulo, y se atormenten pensando si estarán en orden con Dios, que va con una regla en cada mano midiendo al milímetro la conducta. O que acaben un poco mal de la cabeza, debido a la presión que ejercen en el alma las múltiples obligaciones que no tienen más remedio que cumplir para obtener la aprobación divina. Es esa una relación de temor, no de amor. Es el modo de comportarse del hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, que cumple a rajatabla, pero no ama, y por eso se queja de que su padre nunca le ha dado un cabrito para comerlo con sus amigos; no se alegra de que su hermano vuelva a casa, y no le parece bien que se celebre una fiesta para recibirlo.


«Ved en Mí a Dios; pero ved en Mí también al hombre; acercaos mejor. ¿Qué es lo que os da miedo de Mí? ¿Es que se puede temer a un niño pequeñito en su cuna? ¿Es que se teme a un hombre tendido en el suelo entregando a los clavos sus pies y sus manos?» «¿No busco acaso todos los medios de aumentar vuestros méritos, queridos hijos míos a los que tanto amo? ¡Ah! No temáis nada de Mí, tened miedo de temer y con toda sencillez habitad en mi Corazón” (Gabrielle Bossis).«Tened miedo de temer». Ese temor a Dios que algunos tienen es malo y por eso debemos arrojarlo de nosotros, y con toda sencillez entrar en el Corazón de Jesús y sentirnos muy queridos por Él.


De aquel modo de pensar en Dios como un ser incomprensivo, intolerante, severo, justiciero, algunos han pasado al otro extremo: han construido un dios a su gusto, un ídolo que asiente a todo lo que ellos desean, que ya no es padre ni madre, sino un amigote de francachelas. A esa actitud de falta del verdadero temor de Dios, de desprecio de su Amor, se refiere el salmista:...


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