El Amarú (Mito Inca) - a podcast by Juan Betancur

from 2022-02-16T20:00

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 Había una vez en un mundo inca una gran sequia que estaba a punto de devorar todo. Desde hacia muchos meses no se veía una sola nube en el cielo inca.. El Sol brillaba  tan cruelmente y , con tanta violencia que todo lo marchitaba. La tierra se abría en grietas que parecían labios resecos pidiendo agua. Los pozos, los charcos, los estanques de las planicies de el alto peru se secaban. Los animales y las personas se morían de sed, sobre todo los bebés y los ancianos. Hasta las rocas parecían deshacerse  y se convertian en polvo, heridas por los rayos del Sol. Poco a poco iban muriendo todas las plantas, hasta las de hojas angostas, preparadas para soportar los climas más secos no podían resistir la falta continua de agua. No había alivio, ya no se podía contar siquiera con la sombra de los árboles. El aire caliente levantaba remolinos polvorientos que arrasaban con todo a su paso. Y sin embargo, una plantita de qantu resistía todavía, luchando por su vida. Estaba acostumbrada a arreglárselas con muy poca agua, pero nunca había tenido que soportar una sequía como esa. Con sus últimas fuerzas, sintiendo que el sol terrible absorbía cada gota de su savia, que es como la sangre de las plantas, concentró toda su energía en el último pimpollo que colgaba de su tallo reseco alimentándolo con las ultimas gotas de savia. Llegó el alivio de la noche y el pimpollo todavía resistía. Pero la mañana llego y no habia ni una gota de rocio. Ya que  no había suficiente humedad en el aire para condensarse sobre las plantas. El sol quemaba igual que siempre. El capullo de qantu intentó abrir sus pétalos para convertirse en flor. Y de pronto, en el calor agobiante, sucedió algo extraño. De los que usualmente eran petalos comenzaron a crecer una pequeñas alas. Unas alas que nunca habían existido anteriormente. Unas alas pequeñas, muy pero muy pequeñas y muy agiles. Y la flor del gantu que es de vivos colores se convirtió en un pequeño pajarito muy colorido, agil y rápido. El primer colibrí

 

 

Aunque era recién nacido, el pequeño colibri tenía la memoria del qantu y sabía lo que estaba pasando. Tenía que conseguir ayuda de alguien que tuviera más poderes que las plantas, los animales o la gente. Voló y voló haciendo zumbar el aire con sus alitas. Iba hacia la cordillera, para pedirle ayuda al gran dios del nevado Huayta-pallana, que desde allí arriba podía ver todo lo que pasaba sobre la Tierra. En su vuelo, pasó sobre las cuatro lagunas que están cerca del cerro. Todas estaban casi secas, menos la de Huacra-cocha. La sola vista de aquella laguna con agua hacia dudar al colibrí. Queria volar directamente a ella y bañarse en las frias aguas y beber su agua, pero el colibrí sabia que tenia una misión mas importante y siguió volando hasta lo alto de el gran huaytapallana.  

 

El gran Huayta-pallana no tenía calor. Arriba de la montaña el aire es más frío y el dios montaña llevaba un refrescante manto de nieve sobre los hombros. El Dios Hacía meses que no echaba un vistazo al mundo de allá abajo.. Para el la vista del sol brillante, sin nubes que lo cubriera era manavilloso y estaba feliz por ello. Sin embargo sintió el perfume de el gantu que siempre producia un olor dulce, pero para  Para su sorpresa, no vio ninguna flor. 

 

En cambio, posado cerca de su cumbre, sobre una roca que sobresalía de la nieve, vio un pequeño pájaro tiritanto de frio y con dificultades para volar.  Gran Huayta-pallana- dijo el colibrí, con una vocecita tan débil que el dios-montaña casi no lo oía-. Con tanta sequía, todos estamos muriendo allá abajo… Sin un poco de agua, ya no quedará vida en la Tierra… Muy sorprendido, Huayta-pallana mirá hacia abajo y se dio cuenta de que el colibrí tenía razón. Era muy agradable mirar el amanecer sin nubes, pero sin agua todos los seres vivos corrían peligro de desaparecer. 

 

Se entristeció tanto con lo que esta

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