El ataud - a podcast by Juan Betancur

from 2022-02-12T17:00

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Habia una vez un hombre llamado Manuel que habia nacido y crecido con un extremado concepto del orden. Manuel desde pequeño era muy organizado y metódico con sus útiles del colegio y su ropa. Su ropa tenia que estar perfectamente planchada y sus zapatos siempre estaban alineados el uno con el otro. De niño manuel organizaba todos los útiles del colegio por colores y formas y siempre tenia el pupitre del colegio impecable. Manuel no permitía que ningún niño de su clase le tocara sus lápices de colores o sus cuadernos.

 

Con el tiempo Manuel fue volviéndose mas y mas cuidadoso y siempre tenia un entorno de estudio organizado hasta el minimo detalle. Su letra era tan perfecta que los palitos de las letras era siempre, pero siempre perfectos y el espacio entre las letras exactamente igual para todas las letras. 

 

Sin embargo, posiblemente debido a esto Manuel se fue volviendo muy grosero en el trato con sus amigos y asi nunca permitia que ninguno de ellos estuviera desorganizado o mal vestido en el colegio y siempre los estaba criticando. 

 

Cuando estaba en la universidad, Manuel se destacaba por su orden y debido a esto cuando termino de estudiar fue contratado en una empresa de construcciones para que supervisara el trabajo de los otros. 

 

Despues de unos meses trabajando allí, Manuel era el más odiado de los supervisores ya que estaba siempre pendiente de cada uno de los detalles de los trabajos de los empleado a su cargo. Es de decirse que cada uno de los empleados sufria ya que en un ambiente de construcción era difícil mantener el orden requerido por Manuel y este a su vez se fue volviendo mas exigente y déspota en el trato con sus empleados. 

 

Pese a estar trabajando en un ambiente tan propicio a la suciedad  y al desorden como la construcción, pero a Manuel no le importaba y les exigia a todos tener  todos sus utensilios de trabajo limpios permanentemente y sus overoles perfectamente limpios. 

 

Cada mañana, medio dia y tarde, Manuel hacia formar a todos los empleados y los revisaba y si alguno tenia algún instrumento sucio o su ropa de trabajo, les deducia un dia de salario por cada infracción. Era sin duda un jefe déspota y duro. 

 

Cuando lo cuestionaban porque trataba tan duro a sus empleados, el simplemente decía que todo en su vida era orden. Y que en la construcción todo debía ser igual,  ya que las paredes debían erigirse perfectamente perpendiculares a el piso y los pisos debían ser perfectamente horizontales. Y efectivamente todo era asi cada cuarto de cada piso, de cada edificio en que Manuel era supervisor estaba perfectamente medido y perfectamente construido. Nunca, pero nunca habia nada que disonara y que no estuviera perfectamente construido. Si el detectaba algo mal construido, se encargaba personalmente de que fuera demolido y construido de nuevo. Y a aquellos que habían participado en la construcción los hacia trabajar horas adicionales, sin paga, para reparar hasta el mas minimo detalle.

 

Es de decirse que si bien Manuel lograba cuadrados perfectos, paredes perfectas, pisos perfectos, trabajar con el era para muchos un infierno y muchos de sus empleados literalmente lo detestaban. 

 

Manuel por el contrario se sentía muy a gusto con su trabajo y frecuentemente se paraba al frente de los edificios verificando que todo absolutamente todo estuviera bien alineado y que nada estuviera fuera de posición. Solo así podía irse a dormir tranquilo. 

 

Sin embargo, un dia mientras estaba en la obra de un edificio un pequeño temblor de tierra movio un ladrillo en lo alto de uno de los pisos y este cayo con tan mala suerte que Manuel estaba en ese preciso momento debajo de la vertical que  que siguiendo las exactas leyes de la física el ladrillo recorrio para caer sobre su cabeza mat

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