El maiz blanco - a podcast by Juan Betancur

from 2020-03-07T15:00

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Había una vez una vez una niña muy bella con unos dientes blanco como perlas. Su madre la había llamado flor naciente porque su cara le recordaba la belleza de las flores silvestres. La niña cuando fue creciendo le gustaba salir a nadar a una laguna oculta entre las grutas y allí se sentía feliz y segura. 

 

Una tarde cuando caía el sol y las luces de la tarde formaban las sombras en la laguna oyo una voz que le dijo. Bella. Cruza la laguna y encontraras las huellas de un varon mozo. Si deseas conocerlo deberás seguirlo. La niña que no había conocido aun varon se sintió intrigada y decidió nadar al otro lado de la laguna y allí encontró las huellas de un ser que se internaba en la selva.

 

La niña decidió seguir la huellas y después de recorrer varios kilómetros encontró que la huellas entraban en una caverna oscura. Cuando entro vio una ser del tamaño de un hombre cubierto de plumas sentado sobre una roca. El ser le dijo.

 

No tengas miedo yo soy el príncipe de los murcielagos y durante muchos años te he estado observando. Como podrás saber yo no puedo salir de la caverna durante el día y por eso te he invitado a que caminaras hasta aquí. 

 

Como soy un ser de las tinieblas necesito alguien que pueda salir a buscar alimentos durante el día y que me acompañe a vivir. Te prometo que si decides quedarte te hare muy feliz y que nada te faltara. 

 

La muchacha que tenía espíritu aventurero decidió quedarse y después de un tiempo se enamoró del príncipe de los murciélagos y se casaron. Tuvieron un hijo que nació  muy bello y con los dientes blancos de la mama. 

 

Pero un día le llego a Flor naciente la noticia de que su pueblo estaba pasando hambre ya que había llegado una plaga de ratones que se estaban comiendo el principal alimento de la tribu. Aquel alimento que desde hacia muchas generaciones era el sustento de muchas tribus de centroamerica. El Maiz. El dorado alimento que les había dado el sol. 

 

Preocupada por su pueblo, Flor naciente llego a su tribu y vio que había desaparecido hasta el último grano de maíz y que no había como sembrar la tierra. La mujer apesadumbrada por el futuro de su gente recurrió a su marido el príncipe de los murciélagos y este le dijo 

 

Dile a tu pueblo que preparen la tierra como todos los años que siembran el maíz y que cuando todo este preparado te avisen. 

 

El pueblo diligentemente se dedico a arar y preparar la tierra pero como no tenían ni un solo gramo de maíz no veian como podrían sembrar. Sin embargo cuando todo estuvo listo fueron a la caverna y le informaron a Flor naciente que ya todo estaba listo. 

 

Durante la noche el príncipe le dijo a su esposa. 

 

Toma a tu hijo, y espera que sus dientes blancos comiencen a caer. Recógelos y ve a tu pueblo y siembralos en la tierra que han preparado. Flor naciente recogió esa noche los dientes que el niño empezaba a mudar y corriendo llego a su pueblo y tomando uno por uno fue sembrándolo como su marido le había recomendado. Y se dice que los rayos de la luna hacían iluminar cada uno de los dientes mientras iban siendo sembrados. 

 

Al siguiente día comenzó a crecer un plantío de maíz, que fue creciendo y creciendo durante un par de lunas y finalmente de las plantas salieron mazorcas de maíz blancas. Blancas como los dientes de un niño. Y cuenta la leyenda que desde esa época el maíz blanco es un recuerdo un una mujer que sembró los dientes de su hijo para que su pueblo no pasara nunca más hambre 

 

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