Nisagie (Mito Zapoteca - Mexico) - a podcast by Juan Betancur

from 2020-04-24T14:00

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Habia una vez en el mundo Zapoteca solamente dos ciudades. La ciudad del cielo y la ciudad de la tierra. Y solamente dos reyes. El rey del cielo y el rey de la tierra.

 
Los dos reyes de aquel tiempo eran amigos, porque el rey del cielo ignoraba el derecho de conquista. Era poderoso: le obedecían sin protestar el sol, la luna y las estrellas. Y si lo hubiera querido, la tierra sería esclava suya. Pero él ocupaba su tiempo en ordenar su reino, ya por medio de sus numerosos súbditos, ya trabajando el mismo. Tenia un hijo y el rey de la tierra una hija. No puede decirse como era el príncipe; pero la princesa, dicen los que la conocieron, que era tan bonita que anulaba la razón de ser de las flores. Los dos crecían sin saber que un día, por ellos, sus padres iban a reñir.

Cuando la princesa de la tierra creció y el príncipe del cielo maduró. El rey del cielo quiso casar a su hijo. Y no pensó en ninguna de sus súbditas, sino en la doncella de la tierra. Y como era ley que el padre debía pedir la esposa para los hijos, el rey del cielo, sin consultar la voluntad del príncipe, mando a llamar a las biniguendas que eran las mensajera que servían al rey y les pidio que bajaran  a la tierra a pedir la mano de la princesa. Tomando las palabras del, las biniguendas salieron por la puerta iluminada de una estrella y tomando la luz que bajaba hacia la tierra cabalgaron sobre un rayo de sol  hasta llegar con el amanecer a la ciudad de la tierra. 
Como las biniguendas eran seres sabios no necesitaban preguntar donde era el palacio del rey de la tierra y llegando a el y sin tocar la puerta, porque además de ligeras y sabias eran prodigiosas, llegaron hasta donde estaba el rey. Ante él, una de las biniguendas, la de mayor edad, expresó la voluntad de su rey. El rey de la tierra mandó llamar a su hija. La princesa oyó el deseo del soberano del cielo, con la cabeza baja y sin decir una palabra. Su silencio escondía un secreto. Ella amaba a un criado del palacio y le había prometido que no casaría con otro que no fuera él. Su padre, el rey de la tierra que la quería como solamente un padre puede querer a su hija y que le conocía cada mirada sabía que la princesa no estaba de acuerdo con aquella unión con el príncipe del cielo Así fue que no dio respuesta y le dijo a las embajadoras del cielo que el daría a conocer a su rey la voluntad de su hija. Y las doncellas celestes desaparecieron silenciosas.

Despues de hablar con su hija, El rey de la tierra mando sus propias  biniguendas misteriosas, ligera y prodigiosas para que subieran hasta las alturas  a comunicarle al Dios del cielo su respuesta. Su hija no se casaría con el príncipe porque estaba enamorada de un plebeyo de la tierra. 


En el alma del rey del cielo hubo un estallido de ira que no podía contener y su primer instinto fue retirarle el Sol, la luna y las estrellas a los habitantes de la tierra. Pero conciente de su poder y que podría hacerles mucho daño a los Zapotecas decidió que era más fácil desterrar al prebeyo, al fin y al cabo su propósito era simplemente que la princesa se casara con su hijo y no existiendo el plebeyo tendría que casarse con el. Cuenta el mito que sin saberse com,  ni a la sombra de que día, lo sacaron de la ciudad para llevarlo al cerro Danibacuza (cerro que bosteza) y cuando el cerro estaba bostezando lo arrojaran por la boca hasta las profundidades. 


En una casa de la ciudad la madre del plebeyo lloraba largamente la desaparición de su hijo y en el palacio la novia adolorida no podía parar de llorar su dolor de no encontrar a su amado. Un día después de mucho llorar, desconsolada, dio la espalda al palacio y al río, y corrió por los montes buscándolo.


El rey del cielo veía todo lo que ocurría en la tierra. La huída de la princesa lo enfureció, y se propuso entonces sí, castigarnos. Con cólera Suprimió la lluvia, mantuvo el sol en medio del cielo y afiló

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