Martes 24 de noviembre: EL PECADO DE LA INGRATITUD - a podcast by Escuela Sabatica Adultos

from 2009-11-23T16:09:24

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Por cuanto Edom (descendientes de Esaú) rehusó dar permiso para que Israel pasara sus fronteras, Israel tuvo que rodear a esa nación. (Ver Núm. 20:14-21.) Los edomitas ocupaban el territorio que se extendía hacia el sur, desde el Mar Muerto hasta el golfo de Akaba. Lee Números 21:1 al 5. ¿Cuáles fueron las quejas de la gente? Piensa en todo lo que les había sucedido y en todo lo que ellos habían pasado. ¿Había alguna justificación para sus quejas? ______________________________________________________________ ______________________________________________________________ Aunque pensaban que tenían razón para quejarse, Dios no estaba de acuerdo. Después de todo, cada día de su travesía habían sido sostenidos por un milagro de misericordia divina. Tenían toda el agua que necesitaban, aun en un desierto; tenían pan del cielo para comer (Sal. 78:25); y tenían paz y seguridad bajo la nube que les daba sombra y la columna de fuego por la noche. No había nadie con debilidad en sus filas. Sus pies no se habían hinchado en sus largos viajes, su ropa “nunca se envejeció” (Deut. 8:3, 4; Sal. 105:37). Sin duda, habían tenido sus luchas, sus problemas, sus temores, como nos pasa a todos. Pero, concentrándose en esos problemas, se olvidaron de las bendiciones divinas que habían gozado por tanto tiempo. Tal vez ese podría haber sido el problema de ellos: estaban tan acostumbrados a la misericordia, la gracia y la provisión de Dios que comenzaron a darlas por sentado. Y, una vez que las cosas se dan por sentado es muy fácil olvidarse de ellas. ¿Cuáles son algunas de las cosas que das por sentado en tu vida? ¿Por qué esto es tan necio? ______________________________________________________________ ______________________________________________________________ La única cura para esto es el agradecimiento diario a Dios por lo que nos ha dado. Por esto la alabanza es tan importante. Dios no necesita nuestra alabanza; nosotros necesitamos alabar a Dios tanto como podamos, porque esto sirve como un recordativo constante de cuánto tenemos que agradecer a Dios. Escribe tu propio salmo de alabanza. Pon en él todas las cosas por las cuales estás agradecido. Imagínate que lo cantaras cada día. ¿Cómo podría esto ayudarte a evitar caer en la ingratitud y las peligrosas trampas a las que puede conducir?

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