El monje viejo|Homilía 22 Marzo 2022 P. Colum Power SHM - a podcast by Quiero ver a Dios

from 2022-03-23T14:57:58

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Homilías de los Siervos del Hogar de la Madre. Semana III de Cuaresma.


Lectura de la profecía de Daniel Dn 3, 25. 34-43 En aquel tiempo, Azarías oró al Señor, diciendo:

“Señor, Dios nuestro, no nos abandones nunca;

por el honor de tu nombre no rompas tu alianza;

no apartes de nosotros tu misericordia,

por Abraham, tu amigo,

por Isaac, tu siervo,

por Jacob, tu santo,

a quienes prometiste multiplicar su descendencia,

como las estrellas del cielo y las arenas de la playa.



Pero ahora, Señor, nos vemos empequeñecidos

frente a los demás pueblos

y estamos humillados por toda la tierra,

a causa de nuestros pecados.

Ahora no tenemos príncipe ni jefe ni profeta;

ni holocausto ni sacrificio ni ofrenda ni incienso;

ni lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar misericordia.

Por eso, acepta nuestro corazón adolorido

y nuestro espíritu humillado,

como un sacrificio de carneros y toros,

como un millar de corderos cebados.

Que ése sea hoy nuestro sacrificio

y que sea perfecto en tu presencia,

porque los que en ti confían no quedan defraudados.

Ahora te seguiremos de todo corazón;

te respetamos y queremos encontrarte;

no nos dejes defraudados.

Trátanos según tu clemencia

y tu abundante misericordia.

Sálvanos con tus prodigios

y da gloria a tu nombre”.




EVANGELIO DEL DÍA

Evangelio según Mateo Mt 18, 21-35 En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contestó: “No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”.



Entonces Jesús les dijo: “El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.



Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.



Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.



Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.

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