Cecilia en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima - a podcast by Sevilla Web radio

from 2022-03-28T07:06

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Hoy conoceremos la corta pero intensa vida de Evangelina Sobredo Galanes, la Janis Joplin de nohotro, lo que pasa que a nosotros los cantantes se nos tenían que morir a los 27 en accidentes de coche porque las drogas duras na más que se habían estrenao en los Estados Unidos.

Evangelina nació, aquí en MadriZ, el 11 de octubre de 1948. Era una de los 8 hijos de José Ramón Sobredo y Rioboo, militar y diplomático, y María Dolores Galanes Saavedra, sus labores. El trabajo de su padre, el de diplomático, no el de hacerle niños a la madre como si tuviera tarifa plana, hizo que la pequeña Evangelina tuviera una infancia itinerante por varios países del mundo.

Aprendió a hablar inglés al mismo tiempo que español, que es lo bueno que tiene que tu padre te tenga dando más vueltas que un repartidor de Amazon buscando sitio en el centro. Y se educó con una monja estadounidense, que le enseñó a tocar la guitarra y la llevó en un coro a cantar delante el Papa pero que en verdad era una cantante negra de cabaret a la que le habían dado una nueva identidad pa que no la encontrara el novio que había matao a un gachó.

A la niña saltar en los charcos no le entusiasmaba, ella era más paraíta, de hasé croché y de ir arrastrando los pies cuando la madre la mandaba por el pan, así que se volvieron a España y la madre la soltó en la capital a ver si por lo menos corría delante de los grises.

A los 16 años ganó el “Tu cara me suena” de antes lo que le permitió hacer muchos contactos pa cantá y pa conocer a algún muchacho que le diera besitos con los labios apretaos en la casapuerta los últimos 5 minutos antes de que la madre se asomara al sierro pa ver llegar a la niña.

Empezó a estudiar derecho, pero lo dejó a medias porque lo que ella quería era triunfá en el pasillito del metro de Nuevos Ministerios. “Eva” no perdía oportunidad, lo mismo te cantaba en el bautizo del primo que en la tuna del colegio mayor de ingeniería, hasta que en 1971 firmó un contrato con la multinacional CBS, que tenía nombre de papel de fumá porro, pero que fue la encargada de cambiarle el nombre artístico a “Cecilia” porque era un sencillo de Simon y Garfunkel lanzado por la compañía, porque “Eva” ya estaba cogío y porque si se dejaba “Evangelina” iba a vender menos discos que Guns n’ Roses con el Chinese Democracy.

Aquí ya llevaba la melenita larga medio ondulaita, la bata de cuando la abuela iba a hacer las compotas al pueblo y los dientes que si le ponías el deíto pa darle un bocaito del bollicao, se comía el bollicao, la pegatina y er deíto..

Cecilia no destacaba por su gran voz, pero su lírica exitencialista y feminista, la hicieron una compositora comprometida que no tardaría en triunfar en una España que soñaba con dejar atrás el olor a cerrao.
En 1973 sacó su segundo LP cuya portada ella era misma, que estaba más soltera que tu tía la que va tó las tardes al bingo de la asociación, simulando levemente un embarazo. En sus canciones trataba temas como el ecologismo, en la canción “Mi ciudad” o temas existenciales que sorprenderían al mismísimo Kierkegaard como en la canción “Me quedaré soltera”. Lo que sí tenían todas en común es que eran más tristes que un bar sin pavía rebozá.

En 1975 sacó su tercer y más famoso albúm, “Un ramito de violetas”. La canción del mismo nombre va de una mujé que lleva casá con el marío 54 años y que no le da un beso desde la foto de la boda. Pero un día ella se pone mu contenta porque empieza a recibir anónimos llenos de poesía como “Si mi sangre fuera tinta y mi corazón tintero.con la sangre de mis venas te escribiría te quiero” y ramitos de violeta todos los 9 de noviembre. Es una canción mu bonica porque el amante secreto que “LA” mandaba los poemas era en verdad el marido que los copiaba de la superpop.

Le quisieron mandar a la OTI con una canción que no servía ni pa espantar palomos, así que ella le cambió la letra y quedó segunda, porque le faltó el voto del último componente del jurado que se había cortado las venas. Que Cecilia escribía muy bien pero las canciones son más lentas que una digestión en la playa.

Desgraciadamente el 2 de agosto de 1976, con 27 años, el coche donde iba nuestra Cecilia se comió un carro tirado por bueyes en Zamora, aunque ustedes siempre podrán recordarla cuando no haya pavía rebozá o cuando vuestras madres os esperen asomadas en el sierro del salón.

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