Paco Martínez Soria en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima - a podcast by Sevilla Web radio

from 2022-03-07T07:06

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Hoy echaremos la vista atrás para recordar a Francisco Martínez Soria, el entrañable cómico español que se reía menos en su casa que Paco Umbral.

El pequeño Francisco nació en un pueblo de Zárágózá el 18 de diciembre de 1902. La matrona no sabía si darle el niño a la madre enrollaito en un arrullo o en una bandera de España pa que jurara bandera. La madre en vez de comprarle bepanthol pa´l culito, le compraba pastillas pa la osteoporosis.

Su padre era ferretero en Tarazona, pero cuando el pequeño Paco tenía 5 años se mudaron a Barcelona porque al pueblo no le llegaba bien el interné. Allí el hombre opositó pa policía porque estaba hasta los huevos de vender 6 puntillitas a 10 céntimos.

El primer día de colegio fue un poco confuso porque no sabían si era el nuevo alumno de 2ºB o el nuevo jefe de estudios. Ya en las fiestas de navidad se veía que tenía madera de actor porque lo que mejor hacía era de árbol. BADUMMMMTTTSSSS!

Cuando terminó sus estudios trabajó de dependiente, pero Paco tenía mas cara de comercial de Círculo de Lectores, así que dejó la tienda y se puso a venderle a la gente enciclopedias que te regalaban un mueble de conglomerao color caoba horroroso que na más que servía pa que la enciclopedia cogiera mucho polvo.

Se ve que Paco vendía menos que un colmadito que no deja fiao y en sus huecos libres se iba a hacer de árbol en un grupo de aficionados al teatro del barrio de Gracia.

Fue allí, en la ciudad Condal donde conoció a Consuelo Ramos, su futura esposa y madre de sus 4 hijos: Natividad, Consuelo, Eugenia y Paco Martínez-Soria, que se metió a monje de clausura porque pa lo que hay que ver aquí fuera se distrae más poniendo venenito en lashojita de las enciclopedias.

Consuelo trabajaba haciendo seguros en el Ayuntamiento con Tarradellas, que a lo mejor mucho dinero no ganaba, pero ya sabemos lo que le cunde un fuet a una familia catalana, que parecen una jauría de chiguguas delante de una locha de chope.
Paco se pasó a comercial de una empresa alemana que hacía tuberías, o eso entendió él, que a lo mejor en la entrevista el encargao le dijo que vendían cucharones de madera y ernota dando por culo en Emasesa. De todas formas no le dio tiempo de vender mucho porque al estallar la guerra civil le cogió en un sitio un poco rojizo donde los alemanes gustaban menos que los chicharitos en la ensaladilla.

En paro, siendo Paco más español que el Fary de taxista, se sentía blandengue haciendo las camas, así que se dedicó profesionalmente al teatro, que un árbol siempre se puede poner en cualquier esquinita. En 1941 un amigo de Barcelona le dejó 7500 pesetas para montar una compañía teatral; Lo difícil no fue triunfar, lo difícil fue que un catalán le dejara 7500 pesetas. Paco se recorrería toda España llenando los teatros a 3 pesetas la sillas, que si lo llega a saber monta una ferretería en Tarazona.

Aquí ya tenía cara de pasa tó la tarde sentao en la rotonda de la entrada del pueblo y de no hacerle gracia los chistes de Arévalo, porque Paco, aunque bajito, imponía tanto que hasta el obispo lo llamaba “Don”.
Una vez saldada su deuda, Paco empezó a ganar tanto dinero que Jose Luis Moreno lo llamó y le dijo: “No le abras la puerta a los albanocosovares”. Vivían bien, en una buena zona, la familia tenía de tó, pero como los tiesos, coche de segunda mano, tó a plazos y la casa en alquiler, que así te ahorras el IBI. Eso sí, Don Paco le pagaba la seguridad social a todos sus empleados ¿ta enterao, Echenique?.

Y estando él en 1965 ya tranquilo apoyao en una valla, gritándole a un albañil que así no se hace la lechá, lo llamaron para hacer la película “La ciudad no es para mí”, dónde hacía de cateto entrañable, percepción sobre él que le acompañaría hasta el final de sus días, porque a un español nos gusta más un estereotipo que a la Pesley una operación de narí.

Desgraciadamente, el 26 de febrero de 1982, pocos días antes del estreno de su última obra [que ya son ganas de seguir trabajando con 80 años] a Paco le dio un dolorsito en el pecho y nos dejó sin saber el secreto que le tenía que guardar Lucas, aunque ustedes podrán recordarlos cada vez que vayan a la ferretería o le pongan una ensaladilla con chicharitos.

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